La actual pandemia del Covid-19, una crisis de origen sanitario y dimensión mundial con graves consecuencias económicas, nos ha situado ante un entorno laboral y profesional difícil, marcado por una caída del empleo que está golpeando con fuerza nuestros sistemas económicos. Afrontar esta situación y sobre todo, cómo lo hagamos, va a guiar, sin duda, el futuro a corto, medio y largo plazo para ir caminando hacia la tan ansiada recuperación.

Ignacio Campoy.

Datos recientes de los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social muestran como los coletazos de la tercera ola de esta pandemia siguen arremetiendo contra el mercado de trabajo. En términos generales ha sido así para todos los colectivos laborales –que se han visto afectados por el desempleo- y particularmente para aquellos de los que forman parte un amplio número de nuestra población, colectivos como mayores de 45 años, personas con situación de especial vulnerabilidad, jóvenes, autónomos que han dejado de ejercer su actividad… y que efectivamente sufren especialmente las dificultades de encontrar acomodo en el mercado laboral.

Si bien esta crisis ha dejado heridas que poco a poco habrá que ir sanando, también nos ha traído ciertos impulsos que nos prepararán mejor para el futuro. Es el caso del mayor interés despertado por la formación, por la capacitación y, con ello, la necesidad de adaptación al nuevo mercado laboral. Y no sólo para a acceder a a dicho mercado, sino también para mantenerse dentro del mismo. Se trata de actualizar, pero también adquirir nuevas competencias profesionales y potenciar una formación continuada, porque si algo nos ha dejado claro la crisis sanitaria es que todo puede cambiar de un plumazo y hay que estar preparados.

El propio Foro Económico Mundial indica que más del 50% de los trabajadores del mundo necesitarán ‘actualizar sus habilidades’ antes de 2022. Apostar por y facilitar el aprendizaje life long learning, en otras palabras, ‘durante toda la vida’ es una tarea que nos compete ahora más que nunca a empresas e instituciones, públicas o privadas y especialmente a las Administraciones Públicas, que juegan en este escenario un papel crucial promoviendo el desarrollo de la formación y más concretamente una formación profesional para el empleo. Pruebas directas, certificados de profesionalidad… todo aquello que nos permita avanzar en la carrera profesional y desarrollar competencias y habilidades para formar parte de este nuevo contexto.

Según el informe elaborado por el Adecco Group Institute donde se valoran las claves del pasado 2020 en materia de empleo, uno de los retos de este 2021 en lo que se refiere a la gestión de personas tiene que ver con la recualificación y desarrollo del talento. Concretamente esta institución afirma que “los departamentos de recursos humanos deberán planificar junto con la tecnología, los sistemas de adaptación y ajustes del talento para garantizar la competitividad y la batalla por un talento cada vez más escaso”. Además resalta “la importancia del dinamismo a la hora de capacitar a los trabajadores”, es decir, aunque el Covid ha ‘zarandeado’ nuestras previsiones y ‘seguridades’, también ha abierto las puertas a nuevos retos y entre ellos destaca el talento como factor de competitividad para nuestro tejido empresarial.

Por tanto, es importante volcar una nueva mirada apreciativa hacia nuestras empresas, a sus profesionales y el papel que juegan en esta recuperación. Y revertir en ellos ese reciclaje necesario que nunca termina, porque realmente ellos y su capacidad de sumar son el verdadero motor que nos permitirá ponernos en el camino de la recuperación.

Ignacio Campoy
CEO de Formación Universitaria