Tal y como indican desde la Confederación de Empresarios de Sevilla (CES) y desde la Cámara de Comercio de Sevilla, «el rechazo de la SEPI al rescate de Abengoa es una mala noticia para Sevilla y para España, ya que aboca a la compañía a una de las mayores quiebras de la historia empresarial española, con una plantilla de más 11.000 empleados, de los que unos 3.000 trabajan en España y su gran mayoría en Sevilla.

Esto supondría un paso atrás en la necesaria industrialización de Sevilla y Andalucia y un duro golpe para nuestro tejido productivo y para el empleo. Abengoa, empresa tractora de la industria auxiliar, es santo y seña de nuestra tierra. Su apuesta por la modernización del tejido industrial ha sido indudable y es referente en la internacionalización de la empresa sevillana, capacitada y cualificada, por lo que su pérdida supondría un verdadero fracaso a nivel económico, laboral y político.

Abengoa genera miles de empleos cualificados en toda la cadena de valor. Necesitamos que nuestros jóvenes, muchos con alto nivel de estudios, puedan encontrar oportunidades de trabajo en Sevilla y que se pueda retener ese talento tan preparado.

Asimismo, los empresarios de Sevilla pedimos que las diferentes Administraciones tomen las medidas necesarias para frenar la desindustrialización de Sevilla y que pongan sobre la mesa líneas de ayudas para impulsar la industria. Hay que promover políticas industriales encaminadas a ofrecer un entorno propicio para el desarrollo de la industria, donde se priorice la colaboración
público-privada.

El objetivo tiene que ser que la industria sevillana represente un 20% de PIB, antes del Covid era del 12% y, actualmente, se calcula que entre un 10 -11%. Desde luego, decisiones como ésta hacen imposible avanzar en estos objetivos estratégicos para el futuro de Andalucia.

Hay que trabajar al máximo por preservar el mayor número de empresas, ya que son el motor económico de nuestra tierra y el sustento de miles de puestos de trabajo. Sin empresas no habrá recuperación, ni economía, ni progreso, ni empleo, ni bienestar social».