La estrecha e histórica relación entre Japón y el pueblo sevillano de Coria del Río inspiró a Antonio Bizcocho, experto en turismo, para crear el ‘Keicho Sake’ y, a partir de ahí, no sólo nació un producto innovador y único, sino una empresa, Sake de Coria, que ha dado origen a otros productos que ofrecen sabores de otra época.

Tal y como explica Antonio Bizcocho, «la idea nace sobre el año 2005. En ese tiempo, yo era técnico de turismo en el Ayuntamiento de Coria del Río. Ese año, estuvimos en Fitur con un stand y me encargué de editar por primera vez un tríptico traducido al japonés e inglés sobre nuestra localidad. En la feria, estuvimos muy relacionados con la delegación de turismo de Japón y pude comprobar de primera mano el interés que despertaba la historia de nuestro pueblo en esta delegación».

Al año siguiente, volvieron a la feria y ya rondaba en la cabeza de Antonio estrechar más las relaciones con algún presente que fusionara la común historia, es ahí cuando empezó a darle vueltas a la idea que hacer sake en la localidad sevillana y así tener un presente que representara perfectamente los lazos de unión históricos entre los dos pueblos.

En el año 2014, durante la semana cultural japonesa que cada año se celebra en Coria, Antonio conoce a Pablo, un químico con fuertes relaciones con Japón, y a Kosei Takakura, un chef que dirigía un stand de comida japonesa, ambos por aquellos tiempos residentes en Sevilla. Antonio les contó su idea y les pareció genial, es más, quisieron participar en el proyecto como socios y comenzaron a planificar y presupuestar la maquinaría necesaria para llevar a cabo la producción del sake. A los pocos meses, Pablo consiguió una beca para trabajar y ampliar conocimientos en Japón y Kosei se incorporó a un restaurante japonés en Málaga, por lo que Antonio volvió al punto de partida.

Sobre el 2016, Antonio conoce a Enrique Acosta, propietario de las bodega Sani, en Extremadura. Le contó su idea empresarial y Enrique, como buen emprendedor y luchador que es, la ve viable y decide ayudar a Antonio a comenzar a desarrollarla. Pone su bodega a disposición del proyecto y ahí comienza los primeros pasos efectivos para llevar a cabo su sueño como técnico de turismo en esos momentos.

«Parte importante también de este comienzo fue mi compañero laboral y amigo Antonio Bizcocho Pacheco, que aunque los dos nos llamamos igual en nombre y primer apellido, como decimos, somos Bizcochos, pero de diferentes pastelerías. Antonio eme anima y, como buen historiador, realiza la contra etiqueta y gestiona los primeros diseños de la botella. Gracias a él y a sus conocimientos de la historia de la embajada Keicho le da un toque más cultural al producto».

Después de muchas pruebas y fracasos, consiguieron presentar en Simof 2017 su primer sake artesanal. No fue una producción en cadena, si no una tirada de pocas botellas con diferente graduación que les serviría para sondear paladares y modificar si fuese necesario el producto. Antonio confiesa que fue un fracaso absoluto: «El sake era bueno, pero la gente prefería un moscatel o la manzanilla que se degustaba gratuitamente en los stands colindantes. Con la moral por los suelos, pero contento por esa primera presentación, comenzamos a darle vueltas hasta que Enrique trajo una segunda prueba de un licor que ya se fabrica y que lo úniico que tenemos que hacer es cambiar el tipo de alcohol de cebada por uno de arroz y tendríamos sin muchas complicaciones un producto representativo y que ya funcionaba en el mercado, dicho y hecho».

La segunda prueba de fuego se les presentó en junio en su localidad cuando se celebró el aniversario de los 400 años de la partida de Hasekura Tsunenaga a Japón desde Coria del Río y el Ayuntamiento organizó una serie de actos importantes. Antonio pidió permiso para instalar un stand para una degustación gratuita a los asistentes de los actos. A esos actos asistieron unas 2.000 personas y muchos medios de comunicación convocados por el consistorio. «El stand  no era otra cosa que una mesa de dos metros y cuatro japonesas con sus trajes típicos. Y un botellero repleto de hielo y botellas de sake. Comenzó la prueba de fuego y el éxito del producto llegó desde el minuto uno. Fue una auténtica locura. Hubo que incorpor a más gente para poder atender la avalancha de personas esperando su vaso de sake y preguntando dónde lo podían adquirir, cuando no tenía ningún establecimiento que las vendiese. No dio tiempo a tanto, me ví acorralado por seis medios de comunicación con una batería de preguntas que solo podía contestar lo que había sido la idea y el esfuerzo en llevarla a cabo. De lo que estaba por venir no tenía ni idea. Al día siguiente, aparecimos en toda la prensa nacional y autonómica que se hicieron eco del sake», relata Antonio.

Comienzos
Después de ver el éxito que tuvo el producto, Antonio se dio de alta como autónomo y comenzó junto con su hijo, Marcos Bizcocho, a visitar comercios y restaurantes para ofrecer el producto que comenzó a expandirse tímidamente. Según explican, los comienzos fueron muy duros, con mucho trabajo y pocos ingresos, un solo producto y desconocido, pero gracias a la repercusión mediática y el orgullo de los corianos de tener por primera vez un producto local, pudieron estar presentes en casi todas las estanterías del pueblo, luego llegaron los supermercados y los distribuidores y con ellos las ventas a nivel nacional.

En palabras de Antonio Bizcocho, «esta es la aventura de una idea y un producto que una empresa familiar ha podido sacar adelante con la ayuda de la gente que creyó en ella y que apostaron por una persona llena de ilusión y vitalidad y un producto único lleno de historia»

El producto comenzó rápidamente a duplicar sus ventas y Antonio decidió hacer una gama de productos para hacer sostenible la empresa. Llegó el Sakura, la ginebra Veracruz, la Sakura gin y el Nugá, que reforzaron ventas y prestigio y pudieron pensar en que con trabajo y constancia podrían llegar lejos.

Antonio Bizcocho.

Hoy en día, con la distribución de terceros y la venta on line, están presentes en casi toda España. Las grandes superficies se han interesado por el producto y han cerrado acuerdos con algunas otras. A nivel internacional, México es el país donde ya llega el Sake y la ginebra Veracruz de la mano de Maribel, una sevillana afincada en Veracruz que dirige una empresa de importación y exportación ‘Pemium Gourmet’ dedicada a llevar los productos andaluces en esa parte del mundo. En septiembre de este año, han presentado los productos en México.

En palabras de Antonio Bizcocho, «esta es la aventura de una idea y un producto que una empresa familiar ha podido sacar adelante con la ayuda de la gente que creyó en ella y que apostaron por una persona llena de ilusión y vitalidad y un producto único lleno de historia».

El futuro de esta empresa pasa por el desarrollo de nuevos productos. Ya están trabajando en una línea de licores bajo la marca Luis Sotelo, fraile sevillano que cobró mucha importancia en la embajada Keicho como traductor y pudo conectar a Hasekura Tsunenaga tanto con el rey de España como con el Papa en Roma para poder llevar a cabo las primeras relaciones comerciales de Japón con Europa. También quieren crear una sakería museo donde se podrá apreciar la elaboración del sake tradicional con un centro de interpretación.

En estos momentos, bajo esta marca, están elaborando una crema de brandy añejo, tipo Luis Felipe, pero de menos graduación y más suave al paladar y han terminado un espumoso de moscatel y algarrobas a la espera de encontrar una empresa que se lo gasifique a un precio razonable.