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El Observatorio Económico de Andalucía, con la colaboración de la Fundación Cámara, ha presentado ‘Economía andaluza. Cuarto trimestre de 2018’, realizado con el apoyo técnico de la Universidad Pablo de Olavide.
El informe incluye un indicador sintético que estima el crecimiento de la economía andaluza en el cuarto trimestre de 2018 y una estimación adelantada (‘en tiempo real’) del primer trimestre 2019.
Estimación del crecimiento
Según la estimación realizada por el Indicador Sintético de Actividad de Andalucía del Observatorio Económico de Andalucía (IOEA), la economía andaluza experimentó un crecimiento intertrimestral del Producto Interior Bruto (PIB) del 0,5% en el cuarto trimestre de 2018, lo que supone una décima menos que en el tercer trimestre del año. Esta cifra es inferior en dos décimas a la estimada por el INE para el PIB español (0,7%). Con esta tasa, el crecimiento interanual del IOEA para el cuarto trimestre de 2018 es del 2,2%, dos décimas inferior a la estimación ofrecida para el tercer trimestre e igualmente dos décimas menos que la estimada para España (2,4%). Teniendo en consideración esta reciente evolución el crecimiento del PIB de Andalucía en el conjunto del año 2018 se elevó al 2,4%, una décima inferior al de la economía española (2,5%).
Como ya se preveía a inicios del pasado otoño, el último trimestre del año volvería a colocar a la economía andaluza en una senda de crecimiento inferior o similar al medio punto porcentual, después de un tercer trimestre que había aportado alguna sorpresa en positivo. Sin que este pequeño recorte de una décima en el crecimiento intertrimestral suponga nada más que un nuevo paso en la desaceleración del crecimiento, sí se observan, en algunos indicadores, tendencias de ajuste que pudieran ser algo más intensas de lo esperado a mediados de 2018. En particular, y aunque el empleo parece no estar afectado por este debilitamiento, el consumo se desacaloró ligeramente al final de año, aunque siempre en tasas de crecimiento cercanas al 2% y con perspectiva, de momento, sólidas. Este debilitamiento vino acompañado por unos peores registros en este trimestre del consumo de los no residentes, aunque siguen siendo positivos. El ciclo económico internacional, que sí muestra una tendencia hacia un crecimiento nulo e incluso recesivo en algunos países, parece estar pasando factura a la economía andaluza a través de la actividad turística. Junto a ella, los datos de comercio exterior no son positivos, a la espera de conocer la información referente al mes de diciembre. Por el contrario, los datos de empleo de las administraciones públicas son positivos para el cierre de año, lo que viene a compensar el menor crecimiento de la demanda externa.
… por el lado de la demanda
El consumo de las familias consiguió mantener un crecimiento cercano al 2% aunque, como viene ocurriendo en los últimos trimestres, con una vitalidad decreciente. De nuevo, gran parte del diferencial de crecimiento con respecto a España residió en la dinámica del consumo de las familias andaluzas, pues el mayor aumento del empleo en Andalucía no parece traducirse en toda su intensidad en un mayor consumo. Así, y aunque de nuevo hay disparidad en los indicadores de consumo, podemos destacar en el terreno de lo positivo al índice de comercio al por menor, que registra en este trimestre un crecimiento interanual del 3,8%, ligeramente por encima de la cifra
estimada para España, 3,1%, y superior a su vez a la estimada para el tercer trimestre, -0,7%. En cuanto a los datos de empleo, tanto la afiliación como la actividad de los servicios, muestran un ligero crecimiento interanual en actividades como el comercio al por menor y los transportes, aunque con cifras menores que el volumen de negocio. En cuanto a los indicadores que presentan tasas negativas, se puede destacar la matriculación de vehículos, con caída superior al 6% y superior a la de España (-4,9%). No obstante, este descenso parece explicado por la incertidumbre generada con la legislación aplicada a los vehículos de motor diésel, que ha mantenido casi parada la venta de vehículos durante algunas semanas.
Hay que destacar, de nuevo, el menor crecimiento del consumo de los no residentes, que tras un tercer trimestre que compensó un mal comportamiento del trimestre anterior, en este último vuelve a mostrar una evolución con registros más tímidos, al menos comparado con los obtenidos para el conjunto de España. Así, las pernoctaciones y el número de viajeros alojados en establecimientos hoteleros andaluces aumentaron en términos interanuales un 1,7% y un 2,8%, respectivamente. Mientras el primero de ellos mejoró muy ligeramente respecto al tercer trimestre, sin embargo, fueron inferiores a las del conjunto de España. En cuanto a los viajeros, su crecimiento en el cuarto trimestre se elevó al 2,8%, algo por debajo de las cifras del tercer trimestre y, de nuevo, inferiores a la media española (4,0%). Más intenso fue el aumento del número de pasajeros en transporte aéreo (10,4% para el trimestre frente a al 3,7% del trimestre anterior), y superior a la media española (7%).
El consumo público tuvo una aportación positiva y de nuevo destacable en el crecimiento, en particular en términos interanuales. El empleo en las Administraciones Públicas aumentó a una tasa del 2,8% interanual según datos de la EPA, pero según datos de afiliación en el último trimestre del año el crecimiento pareció debilitarse, en especial en educación y sanidad.
La inversión de las empresas andaluzas muestra una inercia similar a la del conjunto del año. Los indicadores de confianza indican que, aunque las perspectivas para un futuro cercano no son muy expansivas, la de los pasados trimestres mostraban una dinámica que en media se ha mantenido estable. Así, durante el pasado trimestre, la confianza empresarial pareció remontar suavemente la tendencia hacia una caída suave mostrada en trimestres anteriores. En este sentido, y respecto a la matriculación de vehículos industriales, se observa un comportamiento muy similar en este último trimestre con crecimientos positivos aunque cercanos a cero. En cuanto al aumento del número de hipotecas constituidas durante el cuarto trimestre, aunque se observa crecimientos
superiores a los del trimestre anterior (16,5% en número de hipotecas y 10,8 en valor), ambas son inferiores a los aumentos para el conjunto de España.
De nuevo, y como viene siendo habitual en el último año, el sector exterior ofrece una cara muy distinta en este último trimestre al ofrecido en el anterior. Las exportaciones muestran por primera vez desde finales de 2016 registros negativos de crecimiento (-6,4%). En cuanto a las importaciones, su crecimiento fue positivo (5,5%). En consecuencia, una caída de las exportaciones unido a la subida de las importaciones redujo claramente el saldo exterior con el resto del mundo en la posición comercial de Andalucía.
…por el lado de la oferta
Una vez más, el comportamiento del sector servicios responde a un reflejo casi simétrico al del consumo. De nuevo, y aunque no todos los indicadores son coincidentes en mostrar una dinámica clara, su crecimiento debe rondar el 2% interanual, aunque con actividades que han mostrado un mejor desempeño que otras. En primer lugar, la cifra de negocios del sector (según el Indicador de Actividad de los Servicios) aumenta en el cuarto trimestre el 4,2% en tasa de crecimiento interanual, inferior al 5,9% del tercer trimestre. En segundo lugar, el registro de afiliados al sector servicios reduce un trimestre más, aunque muy ligeramente, su crecimiento en términos interanuales (del 3,5% al 3,4%). Por lo que se refiere a las distintas ramas, las actividades que mejor
comportamiento muestran este trimestre son educación, transporte, hostelería e informática y comunicaciones. Por debajo de la media encontramos a la sanidad (3%) y al comercio (2,8%). El valor añadido del sector, muestra por el contrario, una ligera mejoría en el cuarto trimestre. Así, si mientras en el tercer trimestre el crecimiento se situó en el 3,5%, durante el cuarto mostró un crecimiento medio del 3,8%. Por último, el crecimiento del empleo fue similar al del tercer trimestre (2,6%) según la Encuesta de Población Activa.
El sector industrial, por el contrario, continúa la caída de la actividad productiva. El Índice de Producción Industrial mostró una intensa contracción del -5,7% en tasa interanual. Este dato es mucho más significativo si se compara con el 0,3% nacional. Dentro de la industria, y salvo las actividades manufactureras que muestran tan solo una pequeña corrección, son las industrias extractivas y de suministro las que experimentan una mayor contracción.
Por último, el sector de la construcción presenta un perfil de crecimiento intenso, como reflejan los datos de empleo, con un crecimiento en el cuarto trimestre del 22,8%.
Previsiones
Los indicadores disponibles hasta la fecha nos informan de un crecimiento esperado para el primer trimestre de 2019 que estaría en el intervalo del 0,4 y 0,5% interanual.
Las perspectivas económicas para el año 2019 vienen enmarcadas en un panorama internacional de desaceleración moderada, pero con notables incertidumbres, lo que ha llevado al Fondo Monetario Internacional a reducir las previsiones de crecimiento de la economía mundial desde el 3,7 al 3,5%.
Estados Unidos continuará previsiblemente con un crecimiento robusto, aunque tras el largo periodo de la fase expansiva algunos analistas entienden como posible que pueda desencadenarse una desaceleración a final de año o comienzos de 2020. No obstante, es probable que la continuidad de los estímulos fiscales y una moderación en el ajuste al alza de los tipos de interés favorezcan la continuidad de la inversión y el consumo privado, a lo que se le puede sumar la iniciación de algunos planes de infraestructuras. En sentido negativo, una hipotética guerra comercial tras las medidas proteccionistas adoptadas por el gobierno de Trump es el mayor riesgo que puede frenar el crecimiento, aunque se tiene confianza en que las negociaciones comerciales con China alcancen un acuerdo.
Por su parte China sigue el proceso de aterrizaje económico suave que puede llevarle a una reducción del crecimiento hasta el 6% en 2019, si bien lograr ese objetivo estará condicionado por el resultado de las negociaciones comerciales con EEUU y la capacidad del gobierno para seguir estimulando la economía a la vez que mantiene bajo control los desequilibrios financieros.
En este contexto, Europa es la zona que más preocupación genera en cuanto a su evolución a corto y medio plazo, pues junto a los problemas que se encuentran en el escenario desde hace meses, como el auge de los populismos, las tensiones comerciales, el Brexit o la debilidad de la demanda externa, se le ha sumado recientemente la nueva caída en recesión de Italia (descenso del 0,2% del PIB en el último trimestre de 2018, que se suma al -0,1% en el tercer trimestre), una reducción abrupta del crecimiento de Alemania en el trimestre final del año y un crecimiento poco intenso de Francia, por lo que en las tres economías más importantes de la eurozona, que
representan el 65% del PIB, no se espera una expansión potente en 2019. Además 2019 puede verse negativamente afectado por una salida abrupta del Reino Unido de la Unión Europea, por la caída de la confianza empresarial, por conflictos sociales como el de los chalecos amarillos y por las elecciones al parlamento europeo. Todo ello llevará previsiblemente a un aplazamiento de las intenciones del Banco Central Europeo de normalización de la política monetaria, llevando hasta final de año o principios de 2020 el inicio de la recuperación de los tipos de interés y mantendrá la reinversión de bonos, lo que limitará la capacidad de maniobra futura ante la eventualidad de una nueva recesión.
Es justamente la debilidad de la economía europea, su principal mercado, donde se encuentran los mayores riesgos para la economía española en 2019, pues ya en 2018 el sector exterior contribuyó negativamente al crecimiento económico por la desaceleración de las exportaciones frente al mantenimiento de una demanda de importaciones elevadas. Además del sector exterior, también es previsible un debilitamiento de la inversión productiva en un contexto de desaceleración e incertidumbre, por lo que tendrán que ser la inversión inmobiliaria y, sobre todo, el consumo (estimulado más por el aumento de las rentas que por el del empleo) los que sigan contribuyendo básicamente al crecimiento de la economía española. Una economía que lleva cinco años de crecimiento continuado y que, aunque ha logrado reducir el desempleo notablemente y también la deuda privada y el déficit público, sigue manteniendo un nivel elevado de paro, un nivel muy alto de deuda pública (1,16 billones de euros) así como de deuda externa (2 billones de euros), mientras que la ausencia de reformas en los últimos tiempos lastran su capacidad competitiva.
Las perspectivas de la economía andaluza en el plazo de un año no pueden ser muy diferentes a las de la economía española, solo matizadas por las diferencias en su dotación factorial y su especialización productiva que, combinadas con la dinámica económica, pueden dotarle de ventajas o restricciones en el corto plazo. Así, por ejemplo, una medida gubernamental como es el aumento del salario mínimo ejercerá un doble efecto: la disminución de empleo para aquellas actividades o empresas que no pueden soportar ese aumento de costes y el aumento de rentas salariales en las que apliquen la subida salarial. Dado que en Andalucía pesan más las actividades soportadas por bajos niveles retributivos (construcción, servicio doméstico, algunas actividades comerciales, turísticas y vinculadas a la agricultura) el saldo del efecto económico derivado del aumento del salario mínimo será previsiblemente peor que para el conjunto de España. En otro orden de cosas, la especialización turística de Andalucía también tendrá un efecto ligeramente diferencial por las tendencias desaceleradoras de los principales países emisores europeos y la recuperación de la capacidad competitiva de otros países mediterráneos. En el sector industrial y en las exportaciones pesará el precio internacional de las materias primas y de la energía, dada nuestra relativa especialización en estos sectores. También puede mencionarse para la economía andaluza el menor impacto de la dinámica positiva de actividades tecnológicamente intensivas en innovación y conocimiento (tecnologías de la información y telecomunicaciones, biomedicina,…) por su menor implantación empresarial en la región. Factores de esta naturaleza influirán muy matizadamente en el crecimiento del PIB y el empleo en 2019, pero son determinantes para la capacidad competitiva y, por tanto, del crecimiento a medio y largo de plazo de la economía andaluza.
Haciendo abstracción de estas consideraciones, la tendencia de la economía andaluza seguirá siendo semejante a las del anterior informe trimestral, aunque acentuándose algo más el proceso de desaceleración: por el lado de la demanda el consumo privado seguirá siendo el principal soporte del crecimiento y también podrá continuar con un crecimiento diferencial la inversión inmobiliaria, mientras que la aportación de la inversión productiva y la pública al crecimiento se moderará, así como la de las exportaciones. Una dinámica de desaceleración semejante al del conjunto de España, que los cambios en las políticas que se esperan del nuevo gobierno de la Junta de Andalucía no podrá modificar de forma sustantiva dadas, por una parte, las tendencias desaceleradoras del entorno europeo y español, por otra parte, por el esperable ajuste presupuestario y, por otra, porque los cambios en las políticas de oferta exigen periodos más amplios que un año para que sus efectos en la mejora de la capacidad competitiva de la región aumenten el crecimiento potencial.
Por todo ello, el Panel de Expertos del Observatorio Económico de Andalucía prevé que la desaceleración continúe en el año 2019 pero manteniendo la previsión de crecimiento del anterior informe en un 2,0% del PIB, muy cercano al de España y superior al de la zona euro, lo que permitirá seguir aumentando el nivel de empleo, aunque con menor intensidad que en 2018.

Estructura de exportaciones andaluzas
La economía andaluza consiguió durante 2018 alcanzar el nivel del PIB que dejara atrás durante la gran recesión. Dicha recuperación se ha logrado por el incremento de la producción en prácticamente todos los sectores productivos. Sin embargo, hay un sector, en particular, que ha mostrado una dinámica singularmente positiva desde el año 2012, y es la industria. Aunque los niveles de producción industrial no son comparables al de las regiones más industrializadas de España y, desde luego, de Europa, sí podemos afirmar que en parte este sector ha disfrutado de una etapa de recuperación que podríamos calificar de muy positiva. Gran parte de este logro se ha conseguido gracias a las exportaciones. Entre los meses de enero y noviembre de 2018, las exportaciones andaluzas al resto de Europa y del mundo alcanzaron los 29.770 millones de euros, un 73% más que lo exportado en 2010.
Pero no solo las exportaciones han experimentado un incremento sustancial durante este período, sino que también ha cambiado su estructura. Este cambio queda bien representado en la figura adjunta. Aunque no se han producido importantes cambios en el perfil de las exportaciones, los productos minerales, que en 2010 se situaban como segundo grupo de bienes exportados más importantes en Andalucía (16,6% frente al 17,0% de productos del reino vegetal), hoy se sitúan en el primer lugar. Así, en 2018 el 22,6% del total de exportaciones corresponden a bienes incluidos en este grupo arancelario.
Junto a este grupo, otros tres han experimentado un incremento significativo en cuanto a su participación en las exportaciones totales: material eléctrico, aparatos de imagen y sonido, grasas y aceites animales o vegetales y material de transporte. Al contrario, caen de forma significativa los productos de la industria alimentaria, la química y otros productos.