En la última década hemos asistido a una metamorfosis (muy digna) de la profesión publicitaria. Esta transmutación de la profesión nos ha convertido en emisarios de un viaje que no tiene vuelta atrás. Día a día, exploración tras exploración, ayudamos a consolidar la ruta digital en las empresas, a la manera de consejeros humanistas de una corte real que anhela conocer novedades, técnicas, productos y herramientas allende los mares analógicos.

Hablamos de momentos históricos que exigen ser vividos con pasión pero también con la suficiente perspectiva productiva y con un constante ejercicio riguroso de consultoría especializada. La conciencia histórica en el mundo digital se demuestra con conocimiento y anticipación, qué duda cabe, al tiempo que debemos destilar la información y los artilugios revolucionarios en herramientas y recursos que harán más satisfactoria la vida de los consumidores y más eficiente la evolución de las empresas). Dicho de otro modo: podemos innovar de 0 a 100, pero también podemos hacerlo de 50 a 100 sin perder ventaja competitiva.

El estrés del early adopter y el gigante copiota

No perdamos la oportunidad ni el horizonte. Seguir las tendencias, los éxitos de los líderes mundiales tecnológicos y (ahí está la clave) también sus fiascos y pequeñas correcciones es una buena consigna para empresas que necesitan subirse al tren (hyperloop) digital y no se sienten cómodas en el asalto. Algunos predicadores y perfiles falsos de Linkedin gritarán “¡Que viene el
relativismo feroz!”… Y efectivamente vino y nos hizo más astutos.

El imperio tecnológico chino ha basado su renacimiento en desarrollos copiados y optimizados, muchas veces perfeccionados y mejorados (otras no tanto). Y con ese criterio, y por supuesto sin ningún complejo, China registró el año pasado el primer puesto de solicitudes internacionales de patentes (más de 68.000) superando en unas diez mil a EE.UU.

Es cierto que los primeros expedicionarios revisten su negocio de un romanticismo que no encuentra rival. Pero no es menos cierto que no todo puede ser pionero siempre ni tiene por qué serlo.

Por un lado, la proliferación de puntas de lanza puede desembocar en un vanidoso cuadro excesivamente retórico y escaso de contenido. Por otro lado, asistimos a una cierta burbuja pionera en tanto que muchas innovaciones se suceden y superponen como la espuma sin dar aire a un ciclo de vida mínimo y viable para productos digitales realmente de provecho.

A efectos de consumo digital, la lógica es la misma. Ser early adopter no solo se nota en el bolsillo, también en la inconfesable sensación de sentirse observado probando productos que más adelante serán más accesibles y mejores. Las empresas, como los consumidores, pueden y deben diversificar el riesgo de la digitalización con estrategias sólidas que no estén sometidas por entero al último grito tecnológico. En INNN conocemos todo lo que está sucediendo en la primera línea de fuego digital, pero nos gusta escuchar prioritariamente esas necesidades del mercado que piden a gritos nuevas ideas e innovaciones. Algo así como depurar el ruido circundante, saber escuchar y enfocar, y aplicar las soluciones de marketing que de verdad aportarán valor.