Claudia Carrillo, directora ejecutiva C3 Consulting.

Desde muy pequeños se nos enseña a competir en la sociedad a la que pertenecemos. Nos van creando un hábito prácticamente ‘natural’ que se vuelve una competencia en la cual necesitamos derrotar a otros con el fin de ser exitosos. ¿Pero es realmente necesario competir? Lo necesitamos para alcanzar nuestro éxito? ¿Es el acto de competir con otros lo que nos otorga la verdadera victoria? ¿Puede realmente el resultado de una competencia definir a un ser humano? Averigüemos juntos más sobre la competencia, su definición, nivel de importancia e impacto sobre la vida de los seres humanos.

Es curioso pero cuando jugamos con alguien que tiene más nivel que nosotros o trabajamos con alguien más inteligente que nosotros, casualmente lo hacemos mucho mejor. Será que el acercarnos a personas más habilidosas sin necesidad de competir con ellas nos hace crecer? Luego no es tan necesario competir como compenetrarnos con personas de más bagaje, experiencia y, por tanto, nivel, lo que nos provoca exigirnos y, si cabe, competir con nosotros mismos, que es lo verdaderamente ideal.

Por poner otro ejemplo… Si nos encontramos en los primeros puestos de Google por estar permanentemente conectados y abonamos el posicionamiento, pero no nos dedicamos a mucho más, ¿seremos más felices que si trabajamos en orden, facturando y disfrutando de nuestra vida con amigos o familia encantados de haber hecho divinamente nuestro trabajo?

De acuerdo con el diccionario, una competencia es una situación en la cual una persona trata de ganar algo o ser más exitoso que alguien más, partiendo de ‘las mismas circunstancias’. Por lo tanto, ¿esto significa que debemos enfocarnos en derrotar a otros para ser exitosos? ¿Es eso lo que permite que uno consiga verdaderamente la victoria? ¿Es verdad que a través de la competencia con otros uno evoluciona, se vuelve superior, y consigue la grandeza?

La vida es un viaje, más que una competencia, donde deberíamos alegrarnos por ver el éxito de quienes nos rodean, escuchar sus experiencias para que en nuestro recorrido evitemos tristezas o surjan ideas nuevas, impulsando nuestras fortalezas y compartiendo ese bonito viaje celebrando logros ajenos como propios.

Al final la felicidad surge de lo que nos otorga los momentos y las experiencias de satisfacción o bienestar, encontrarse a cada uno descubriendo donde está el principio o causa y el final o el fin, pero ante todo, siendo feliz.

Claudia Carrillo, directora ejecutiva de C3 Consulting.