La toma de decisiones basada en datos ( Data Driven Decision Making) es el proceso de usar datos para tomar decisiones exitosas, es decir, decisiones fundamentadas y verificadas.

Tomar decisiones basadas en los datos impulsa el negocio a la vez que se adapta en un horizonte de cambio constante.
Los datos deben estar en el centro de todas las estrategias y operaciones de una empresa. Estos proporcionan información para respaldar las hipótesis y dar confianza a gerentes para entrar en nuevas áreas y procesos. Un ejemplo de ello es Netflix, que utilizó de manera inteligente sus datos para ejecutar análisis predictivos sobre qué series o películas estarían interesados sus usuarios.

Existen herramientas de análisis que recaban muchísimos datos, más de los que necesitamos, y pueden llegar a confundirnos. Una buena estrategia de procesamiento de datos e interpretación es fundamental en cualquier organización. Además, existen otras herramientas de análisis para su mejor representación y lectura como tableros interactivos que nos ayudan a tomar mejores decisiones alineadas con las estrategias de la compañía. Un ejemplo de ello son las herramientas gratuitas de Google: Google Analytics para la recogida de datos y Google Data Studio para la creación de tableros interactivos.

Como ya sabemos, los datos cuantitativos son los datos se centran en números y estadísticas. A diferencia de estos, los datos cualitativos se basan en la observación más que en la medición, ya que no están definidos con números. Es decisivo codificar ambos tipos de datos para garantizar que los elementos se agrupen de manera ordenada e inteligente para facilitar su comprensión.

¿Cuáles son los puntos claves para tomar decisiones eficientes basadas en datos?

La cultura de la empresa basada en datos. Esta comienza en la parte superior de la jerarquía de una empresa. Se deben marcar objetivos y decidir el camino en base a los datos y, de nuevo, usar los datos para medir procesos y la consecución de los objetivos marcados.

Para definir los objetivos, plantea objetivos específicos con números.

Ya sea incrementar las ventas en un 10% con respecto al año anterior, conseguir 100.000 visitas a la web, etc.
En el caso de la medición se deben establecer unos indicadores claves de actuación (KPIs), es decir, métricas concretas que nos ayudarán a conocer si vamos en el camino correcto hacia la consecución de los objetivos o por el contrario debemos cambiar la estrategia de nuestras acciones.
Estas métricas deben elegirse con cuidado y astucia.

Otro aspecto importante a destacar durante el análisis de datos es la incertidumbre. Sabemos que la certeza absoluta es imposible, pero podemos establecer varios niveles de incertidumbre: tenemos datos anteriores fiables; hay pocos ejemplos anteriores, o no tenemos datos previos para comparar resultados.

Por otro lado, no está demás recordar dotar al equipo analista de una formación especializada como el uso de herramientas de analítica, codificación, interpretación de datos, etc. para que empiecen a usar estos conocimientos de inmediato.

Por último, además del uso de datos entre los directivos, estos análisis no pueden ofrecer el valor suficiente si se opera por separado del resto de una empresa. No solo los análisis son para los altos directivos o clientes, sino también para ayudar a los empleados a entender las decisiones de la empresa y las estrategias a seguir. Compartir datos con el resto de la organización es decisivo.
Concede acceso de medidas clave a toda la empresa. No tienen por qué conocer todas las métricas, pero sí los datos más importantes o claves de su trabajo y resultados.

En definitiva, las empresas necesitan desarrollar una cultura en la que esta mentalidad analítica pueda desarrollarse. Invierte tiempo, forma a tu equipo y súbete al barco de los datos en una nueva generación.