Javier Benítez.

“El futuro dejado a sí mismo, sólo repite el pasado. El cambio sólo puede ocurrir en el presente”. Nisargatta Mataraj.

En el verano de 2020, paseando por la playa me encontré con una amiga que no veía desde hacía un año. Me alegró verla, fui a saludarla y me paró en seco diciendo: «no saludo a nadie»… Vamos, que ni ‘hola’ me dijo.

Esa contestación me extraño sobremanera viniendo de una persona que antaño era todo un encanto, y evidencia lo que la pandemia ha cambiado a las personas social y emocionalmente. Si cambian el trato social, el consumo le ocurre igual, no hay que ser un lince para verlo.

Con la esperanza de la vacunación en marcha y la mirada puesta en el verano salvador, todo nos preguntamos cómo será el futuro, cómo habrá cambiado nuestros clientes o sus hábitos. Como la bola de cristal para adivinar el futuro no existe, si miramos al pasado podemos observar que tras una época de pandemia o de crisis, la sociedad ya no era la misma.

En la pandemia de 1920, la gripe española evidenció la importancia de la cooperación internacional, muestra de ello fue la creación de la Organización Mundial de la Salud en 1923. Tras aquella pandemia dio lugar a los locos años 20.

Si miramos más al pasado, tras los episodios revolucionarios de finales del siglo XVIII y XIX, le siguió épocas de bonanza económica. Es lo que se denomina como ‘efecto champán’. ¿Veremos un ‘efecto champán’ tras en la era post-covid? Probablemente.

Esta euforia consumidora en ciernes no será como en otras ocasiones. La sociedad ha cambiado en valores emocionales y sociales. Antes una persona sociable organizaba una cena en casa; hoy, resulta un insolidario total quien organiza una fiesta de cumpleaños.

Por ello, los modelos de negocio, la venta ha cambiado. En un estudio del Colegio Universitario de Londres, las personas tardan en adquirir un nuevo hábito entre 18 a 254 días… ¡y llevamos más de 365 días de pandemia!

Por tanto, el perfil del consumidor actual ya no es el mismo, y quizás esté con nosotros un largo tiempo o para siempre. ¿Y en qué hemos notado ese nuevo perfil? La fórmula de casa-comida casera-familia-digital-terraza que hemos padecido estos meses atrás ha hecho que los hábitos adquiridos se traduzcan en comportamientos diferentes. Estos nuevos hábitos serían:

1º. Se buscan espacios más abiertos, menos masificados y un ocio más natural. Estamos hartos de terrazas, necesitamos aire.

2º. Se prefieren destinos de proximidad por la confianza sanitaria que genera. Hay de aquel que no tenga un sello de calidad sanitaria. Y de destinos al extranjero, ni hablar. Este año no viajaremos a Vietnam.

3º. Lo digital manda, como mandaba antes. Esta herramienta permite no dejar nada al azar, planificando los viajes al mínimo detalle; con un consumidor hiperconectado, que necesita información, que la busca y si no al encuentra, no se arriesga; con formas de pago online, adiós dinero en metálico.

4º. El consumidor se ha vuelto mas cuidadoso con su salud, busca productos más sostenibles y ecológicos, ejemplo: el incremento de alimentación eco ha sido exponencial. Lo que prima es la higiene en los establecimientos.

5º. La promoción ya no es la palanca de la venta, es la venta en sí. La digitalización permite comparar destinos y productos a golpe de click. Al consumidor se le ha acostumbrado mal, con rebajas todo el año, que hará que bajen los márgenes de beneficio de las empresas. Amazon puede ser una gran idea, pero también un gran enemigo si no se sabe utilizar bien.

Estos nuevos hábitos, con el tiempo, unos se quedarán (desde luego lo digital y las promociones ya han llegado hace tiempo para quedarse) y otros, con el tiempo, irán remitiéndose sus efectos. Sin duda, este verano será un verano de euforia, pero no hay que dejarse llevar por los cantos de sirena, porque el cambio sigue estando ahí.

“Si cambias el modo en que miras las cosas, las cosas que mires cambian”. Wayne Dyer.

Javier Benítez Lázaro
Es CEO & Founder de Globotur. Organizador de la XXI y XXII Copa de S.M. el Rey de Aerostación.