Se dice que la guerra es el motor de la historia. No comparto esta aseveración. La economía sí que es el motor de la historia, la que ha provocado avances, revoluciones tecnológicas, abierto caminos, explorado el mundo, es el caballo que tira del carro. También ha provocado guerras, crisis y hasta genocidios.

Esta sección, que inauguramos, hablará sobre sus aspectos más amables y curiosos: hitos, pensamientos, burbujas, descubrimientos. Acontecimientos que marcaron el pasado y el presente, y quizás hasta el futuro próximo de nuestro mundo.

¿Y por qué llamar a esta sección ‘Historias Verdes’? El verde se relaciona con muchas cosas: naturaleza, ecología, sostenibilidad, esperanza y con el dinero.

Pero vamos al verde. En mi pueblo, Carrión de los Céspedes, el centro del mundo, ‘verde’ significa una Heineken. En Latinoamérica decir ‘verde’ es referirse a la moneda campeona mundial, el dólar.

Esta relación entre el color verde y el dólar data de 1850. Tracy R. Edson, de la Compañía de Billetes, comprobó que utilizar tintas de color verde hacia más resistente el papel moneda a los disolventes y más difícil de falsificar. Por ello, ante la alta tasa de falsificación que existía en la época, ya que los billetes se imprimían en tintas negras, muy fáciles de copiar, se decidió utilizar el verde. De ahí, ante la popularización del dólar, se identificó este color con el dinero.

En España, también hemos tenidos nuestros billetes verdes, que muchos de ustedes añorarán. El verde es más reciente en España que en Estados Unidos, datando la primera emisión de billetes verdes, 1.000 pesetas con la efigie de Joaquín Sorolla, en 1951, siendo su última emisión en 1992 con la efigie de Hernán Cortés.

La historia del billete como papel moneda se remota a mucho atrás, concretamente, a la dinastía Tang, entre 618 y 907 de nuestra era. Las relaciones mercantiles entre el mundo occidental y China no son nuevas, como saben. Desde antiguo se ha comerciado entre ambos mundos a través de la Ruta de la Seda. En aquellos tiempos, las transacciones se realizaban en monedas de oro y plata principalmente, y algo de cobre. Durante esta dinastía china, hubo escasez de este metal, el cobre, por la alta acuñación de moneda. Por ello, sobre el año 812 d.C se popularizó el papel moneda.

El papel moneda consistía en una especie de pagaré que se extendía sobre depósitos de monedas, con el objetivo de ser más fácil su transporte a lo largo de la ruta. Estos pagarés, al ir pasando de mano en mano sin ser cobrado, se convirtió de facto en moneda circulante.

Los primeros ‘billetes’ eran de corteza de moral con la firma de varios funcionarios chinos, a modo de ‘Doy fe’. Esto provocó de inmediato que aparecieran falsificaciones, vivos siempre hay en todos lados.

En el siglo X, se reglamenta gubernamentalmente el uso del papel moneda con el objetivo del control de los metales preciosos que eran su garantía. Al tener el gobierno control sobre el metal precioso, podía emitir más billetes sin esos respaldos metálicos para poder hacer frente a pagos del estado. Había nacido la inflación… si es que… no hay nada nuevo bajo el sol.

Pues bien, llega un veneciano, un tal Marco Polo, que quedó fascinado, no sólo por los tallarines chinos, por el papel moneda, definiéndolo como la mayor invención del mundo chin.

No gustó mucho el invento en Europa, que seguía con la práctica de moneda metálica, “como suena un duro de plata, no suena ná”, así al modo castizo.

Tendríamos que esperar a que un sueco… vaya… este artículo parece que va de hacerse el chino o el sueco… Johan Palmstruch, ciudadano sueco, profesión banquero. Su banco tenía un pequeño problema: como los préstamos se financiaban con los depósitos de sus clientes, la duración de los préstamos era mayor que la duración de los depósitos, por lo que le generaba tensiones en la tesorería, e iba todo el día a la caza del incauto que dejará sus ahorros en su banco… mismitamente como ahora.

Los primeros ‘billetes’ eran de corteza de moral con la firma de varios funcionarios chinos, a modo de ‘Doy fe’. Esto provocó de inmediato que aparecieran falsificaciones, vivos siempre hay en todos lados.

Para solventar esta situación, ideó en 1661 el Kreditivsedlor, palabreja que suena a mueble de Ikea, cuyo significado es papel de crédito, billetes emitidos por el banco que eran intercambiados en cualquier momento por moneda de curso legal… ¿le suena? Como las criptomonedas actuales.

¿Qué ocurrió? Que emitió más de la cuenta, no pudo hacer frente a la demanda que había provocado y quebró.

Por esa razón, y ya bien metido el siglo XVIII, ante la globalización mundial, se asignó el patrón oro como mecanismo de control en la emisión de los billetes, es decir, el respaldo de los billetes en circulación con las reservas de oro del país, patrón que ha perdurado hasta la década de 1970. En España, los billetes no comenzaron a emitirse hasta 1780.

Para finalizar, siguiendo con el verde, Elena Salgado, vicepresidenta Económica, mayo 2009, rueda de prensa sobre la situación económica del país inmersa en la crisis de 2008: “… La situación económica está teniendo algunos ‘brotes verdes’ y hay que esperar a que crezcan…”. ¡Diga que sí Sra. Salgado! ¡Olé tú! Ante esta afirmación categórica, el diputado socialista, Jordi Sevilla, que había sido ministro en el primer gobierno de Zapatero, contestó: “Me resisto a hablar de brotes verdes en el contexto de un crecimiento económico del -3%.”. Con un par, pero esa es otra historia verde.

Javier Benítez Lázaro
CEO & Founder de Globotur